domingo, 1 de julio de 2012

El riesgo de perder la perspectiva

Se dice que hace cuatro años ante Italia todo cambió. Ese penalti de Cesc Fàbregas que eliminó a Italia en los cuartos de final supuso un punto de inflexión que cambió una dinámica, una mentalidad negativa y perdedora que no siempre correspondía a las buenas generaciones de futbolistas (algunas mejores que otras, evidentemente) que había en España.

Cuatro años más tarde, España es una selección totalmente distinta. Ganó esa Eurocopa y posteriormente alzó el Mundial por primera vez en su historia en la lejana Sudáfrica. La sensación es que han cambiado muchas cosas desde entonces. Quizás la Selección no enganche como entonces ni su fútbol sea tan espectacular, pero se han adquirido unos hábitos que siempre se han envidiado de otras selecciones: oficio, serenidad, control y dominio emocional de situaciones límite, etc. La dinámica es totalmente distinta. Ya no se temen tanto las tandas de penaltis y ese balón que antes no se podía despejar por milímetros ahora no entra en la portería. 

Sin embargo, también aparecen las críticas. Lógicas y comprensibles en algunos casos; en otros, no tanto. Primero está el debate de si España busca dominar demasiado la posesión hasta llegar a la exageración extrema, abusando de la paciencia y sin buscar la portería. No sólo por si hay que jugar con un delantero centro de un perfil más tradicional o con un centrocampista más para generar superioridad en distintas parecelas del campo, sino porque en esta Eurocopa se ha creado una sensación de peligro menor que en Austria o en Sudáfrica, España disparo menos. No obstante, hay una solidez defensiva que va acompañada del monopolio de la posesión y que fue la misma que minimizó a Benzema y a Ribéry en los cuartos de final, por ejemplo. Si unos tienen el balón, los otros no pueden atacar sin él.

Otro debate va más relacionado con un uso óptimo de las piezas de las que dispone Vicente del Bosque. ¿Tendría que jugar Llorente para canalizar todo lo que genera el centro del campo? ¿Si no está bien físicamente, tendría que haber ido convocado? ¿Se está aprovechando todo el potencial de esta selección y generación irrepetible? ¿Juega Xavi en la mejor posición para desplegar su juego? ¿A quién tiene que centrar Jesús Navas cuando entra si no hay una referencia arriba? Distintos interrogantes, algunos más antiguos que otros, pero a pesar de ellos el equipo ha ido superando las distintas rondas gasta alcanzar la final.

Si hace cuatro años sabíamos recitar de memoria el once por el que apostaba Luis Aragonés (antes y después de la lesión de Villa), ahora no todo está tan claro. Faltan pocas horas para que empiece la final y, de hecho, ni el once de Italia parece estar definido al 100%. De hecho, no sé hasta qué punto somos conscientes de que hoy realmente se disputa la final, el partido que define el título. Más que nada porque hace cuatro años era algo excepcional que veíamos como difícilmente repetible y ésta es la tercera en cuatro años.

Costará valorar todos estos méritos en el presente por la rapidez y fugacidad del mismo, por cómo se van encadenando los partidos y torneos de selecciones prácticamente sin descanso ni pausa para la reflexión. Quizás necesitaremos más tiempo para ver con mayor perspectiva lo que se está consiguiendo, sea de una manera más o menos convincente. En 2004 muchos hubiesen firmado llegar a una final de un gran torneo empatando todos los partidos y pasando por penaltis a la final, como hizo Paraguay en la pasada Copa América. Y ahora parece que, por haber llegado a sufrir en algunos momentos puntuales (partidos ante Italia, Croacia y Portugal, por ejemplo, y quizás más de la cuenta) se tenga que valorar menos lo que se está logrando. Pero las finales sólo las juegan dos equipos. Antes España ni se acercaba a ellas. Y ahora, con sufrimiento y dificultades, se está convirtiendo en algo habitual. Pero me es difícil recordar a un finalista que haya llegado paseándose por un torneo hasta llegar a la final. Sólo gana uno y quizás hoy gane Italia, que ha hecho muchos méritos para ganar la Eurocopa. Pero, gane quien gane, hay que aprovechar y disfrutar de noches como hoy. Porque cuando dejen de llegar -momento que llegará- se echarán bastante de menos.

4 comentarios:

  1. Coincido con tu reflexión. Precisamente ayer por la noche vi la final de 2008 y no creo que haya cambiado tanto España, lo que pasa es que con lo que antes disfrutábamos ahora les aburre a algunos. Quizás el nivel de juego haya disminuido un poco para subir un poco el nivel de competitividad. No somos conscientes de lo importante que sería ganar esta final para pasar a la historia. Nadie habría ganado la triple corona hasta el momento

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  2. Exacto. Además, hay otras cosas que influyen, lo debatía el otro día con un amigo. Una vez has ganado, eres el rival a derrotar. Y todos buscan ganarte del modo que sea, cada uno con sus armas. Eso le pasa a la Selección ahora como le pasa al Barça o le pasaba al Inter de Mourinho y a todos los equipos que tienen una racha dominante.

    Entonces tienes que buscar nuevos métodos para sorprende porque si no te conviertes en un equipo previsible. De ahí los matices (en algunos casos forzados) como el paso del 4-4-2 al 4-2-3-1 (o 4-3-3) como base, la introducción de jugadores de perfil distinto, las pruebas en la delantera, etc.

    Quizás la final no sea el mejor ejemplo para ver lo que era la España de 2008 por todo el temor que hay siempre en este tipo de partidos, pero es cierto que no hay tantas diferencias. En cualquier caso, ahora parece difícil repetir la sublime actuación de esas semifinales contra Rusia. Pero nos pasamos 24 años para jugar una final y ahora que jugaremos 3 en 4 años (más que entre 1960 y 2007) nos parece que es muy poco.

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  3. Hay que saber de donde venismo. Y me acuerdo de mí mismo cada dos veranos, decepcionado por las breves actuaciones de España en los torneos internacionales. Conseguir la Eurocopa de 2008 fue algo increible, porque casi ni nos acordabamos de que ya teníamos una. Lo del Mundial fue algo más, esa estrella significa muchísimo, algo que nunca será igual, aunque se consigan otras 10. Y el estilo definido le da valor a todo lo conseguido, es evidente. Es la seña de identidad de esta generación. El debate futbolístico es sano, siempre desde el respeto, pero no olvidemos donde estamos ahora. Después de dos títulos, en disposición de ganar el tercero en cuatro años.
    Disfrutar de todo lo que nos han dado, en cualquier momento se puede ir y no se sabe cuando volver.
    Lo complicado lo tienen esas generaciones que solo vieron la victoria, a ver como viven la derrota.

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  4. Eso último que comentas es cierto, Andoni. Yo aún tuve "esa suerte" de empezar a recordar partidos de la Selección a partir del Mundial de Corea y Japón, desde el partido de octavos ante Irlanda. En cierto modo, "me inicié" en una época terrible entre los penaltis de Corea y la decepción de la Eurocopa de Portugal.

    Y si, en algunos casos, hay gente que lleva años viendo partidos de la Selección y ya casi no se acuerda de dónde venimos, no me quiero imaginar qué pasará con aquellos que no tienen esas nociones. En cierto modo, empezamos a estar "mal acostumbrados". Eso está bien, porque ganas, pero en el momento en que pierdes la perspectiva la caída puede ser mucho más dura. En cualquier caso, cuando existe tal (auto)exigencia como ahora es aún peor, porque no sólo es dura la caída, sino que también lo es la sensación posterior de no haber disfrutado como se debía. Y creo que esta última tendencia cada día es mayor.

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