Tras recuperarse de la derrota en el derby con tres victorias consecutivas, la Roma recibía a la Fiorentina, uno de los mejores equipos de la Serie A esta temporada. Partido complicado para los locales, pero menos cuando aparece Francesco Totti para dar una clase magistral, la enésima esta temporada. Il Capitano demostró, una vez más, que aún tiene mucho fútbol en sus botas.
Si bien es cierto que se exageró, para mal, su rendimiento el año pasado con Luis Enrique, Zeman está sacando lo mejor del "10" romanista. El partido de hoy es un ejemplo claro de lo que está siendo su temporada. Con libertad para moverse a su antojo, partió desde carril central sin demasiadas responsabilidades en defensa y con tendencia a colocarse a la izquierda cuando la Roma atacaba. Así hizo estragos en un equipo viola que decepcionó en la capital italiana independientemente de la actuación de Totti.
Suyo fue el lanzamiento de falta que acabó empujando Castán a la red, previo cabezazo de Tachtsidis. Diez minutos más tarde apareció para generar una jugada de peligro que él mismo acabaría marcando y poco antes del descanso un disparo lejano se coló en la portería con un poco de colaboración del arquero Viviano. Pero su participación en el partido no fueron sólo goles o asistencias -cerró el partido con un magnífico pase de exterior a Osvaldo, que marcó el 4-2-, fue mucho más que eso.
Totti apareció de manera constante y fue una pesadilla. Bien acompañado por Pjanic, Bradley y Tachtsidis, parecía tener unos cuantos años menos. Cambios de juego larguísimos pero milimétricos, regates efectivos a pesar de ser lentos buscándole las cosquillas a Cassani, Cuadrado y Roncaglia, y montones de pequeños movimientos efectuados en el momento exacto: pases al hueco en el preciso momento para el lateral que lo dobla, paredes entre varios rivales o simplemente saber proteger el balón para forzar una falta. Tiene 36 años, pero Zeman está colaborando a alargar su vida futbolística. Y los aficionados al fútbol se lo agradecemos tanto al checo como al capitán romanista, que sigue resistiéndose a la retirada definitiva a pesar de que ésta le garantizaría la inmortalidad.
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